Por Ilya Smirnov
Traducido por Víctor Carrión Mijaíl Lifschitz no definió al “modernismo” a través de la forma o el estilo (noten que respecto de los iconos rusos antiguos que no se llamarían “realistas” en la concepción usual, él habló con la mayor deferencia), él dio una definición por la esencia, tomó como punto de partida la “escena de la tentación de Adrian Leverkühn” en Thomas Mann: “florecen las llamas satánicas de las flores ponzoñosas del mal. Aquí, si no hay engaño, están todos los lugares comunes de la consciencia burguesa moderna en su seductora desnudez; y la pluralidad de intelectos, y el 'historicismo' demoníaco que se convierte en negación plena de la verdad objetiva, y la ineluctabilidad de la destrucción como principio creativo, y la mixtura de ideas místico reaccionarias con el espíritu innovador ultraizquierdista, y la supremacía de la insolente irracionalidad sobre el cadáver de lo lógico, y el regreso no a lo bello, sino a lo más burdamente primitivo como si fuese alta cultura, y también la igualdad de enfermedad y salud con cierta supremacía de lo primero. En una palabra, todos los nuevos descubrimientos de nuestros provincianos que se acomodan al traje de moda del día de ayer.”1 Ahora ya, es posible, que sea de anteayer y no un traje de moda, sino más bien el uniforme de la melancolía, único para todo el mundo, pero eso no hace la cosa más sencilla. El sucedáneo del arte, según Lifschitz, tiene raíces profundas en la economía del capital ficticio, parasitario2 y “en el propio desarrollo de la consciencia humana”3. “... un extraño pensamiento, su tarea no es crear un espejo del mundo, sino una realidad autónoma. Empezando con el cubismo, todas las tendencias modernistas se atribuyen el crédito de descubrir al cuadro como algo independiente de la naturaleza, que no reitera a su objeto particular.”4 “Aquí habla con nosotros no la naturaleza, sino solo la historia del estilo. El propio arte viene a ser medio externo, un código propio para expresión de objetivos ajenos.”5 Pero de la “negación de la verdad objetiva” inevitablemente se alza la “la estética del hipnotismo, la sugestión”...6 ¿Comprendido? Lo explico. Si no existen criterios objetivos de que es bueno, que es malo, significa que bueno será eso que ordene (y compre) se considere así. La ropa del rey desnudo. “... de allí al arte de desperdicios... no se va por un sendero estrecho y sinuoso, sino por una gran ruta automovilística”7. A través del modernismo al postmodernismo. “... el pensamiento reaccionario encontró una nueva forma de justificar su dominio iniciando con los tiempos de Nietzsche... La principal tendencia... fue la negación de las normas objetivas de lo verdadero, lo moral y lo bello, destacando los lados negativos, destructivos del neuma humano...”8 La revuelta contra la razón, la liberación de la consciencia de todas las restricciones9. “La prostitución espiritual contemporánea consiste justamente en dar la vuelta a los cánones y dogmas de la ideología burguesa. El mezquino de hoy ya no cree más en la belleza imperecedera de la Venus de Milo y del Apolo de Belvedere. Él repite la banalidad del relativismo ordinario que asevera que no existe verdad objetiva, que todas las épocas y estilos son igual de buenos, que incluso la deformidad tiene primacía ante la belleza, por ser más 'provocativa'...”10 Como si hubiera sido escrito ayer y no 40 años atrás. Lo principal es que el autor no se encierra en el ámbito del estudio del arte, él manifestó interesantes consideraciones, por ejemplo, sobre la naturaleza del fascismo, al tiempo de desmentir “la leyenda sobre el vínculo sujeto a leyes entre el fascismo y las formas reales de representación de la vida”11 y en general su concepción es de amplía aplicación. Como ustedes saben yo reseño las novedades de la literatura histórica. Y el peor infortunio es, de todos modos, la “negación de la verdad objetiva”, la sustitución de la ciencia, es decir del sistema de conocimientos reales, por la “hermeneútica fenomenológica”, “mentalismo” o el simple oscurantismo. En la formulación de Lifschitz esto sería “salvajismo artificial”. Comprenden, ¿en qué se diferencia del presente? El niño es encantador en su naturalidad, pero el tiíto adulto que cae en el infantilismo necesita una cura. Noten que Lifschitz valoró desde esa misma posición “lo postizo”12 semejante a la vida. De allí es comprensible, porque sus criterios, a guisa de plenamente marxistas, no se insertaron en la ideología oficial. Por otra parte, la ciencia en general se entiende mal con la ideología. Y en cuanto el autor del libro fue justamente un investigador, no están obligados a concordar con él, yo personalmente no concuerdo con toda una serie de valoraciones concretas, así como con ciertas conclusiones generales, por ejemplo, con la aplicación del concepto “burgués”. El propio término “modernismo”; él, por supuesto, lo deja bien establecido, pero no me parece exitoso, ya que, como el propio autor lo demuestra, el problema no está en lo nuevo o lo viejo, sino en lo auténtico y el sucedáneo. Existe espacio para la discusión. Lo importante es que libro da un determinado nivel de discusión sobre el arte. 1 Lifschitz, Mij.: El arte y la ideología, EDITHOR, Quito, p. 175. 2 Lifschitz, Mij.: Op. cit., pp. 74-82. 3 Lifschitz, Mij.: Op. cit., p. 83. 4 Lifschitz, Mij.: Op. cit., p. 97. 5 Lifschitz, Mij.: Pochemu Ya nie modernist?, Iskusstvo – XXI Vek, 2009, p. 257. 6 Lifschitz, Mij.: El arte y la ideología, EDITHOR, Quito, p. 95. 7 Lifschitz, Mij.: Op. cit., p. 95. 8 Lifschitz, Mij.: Op. cit., p. 117. 9 Lifschitz, Mij.: Pochemu Ya nie modernist?, Iskusstvo – XXI Vek, 2009, p. 243. 10 Lifschitz, Mij.: El arte y la ideología, EDITHOR, Quito, p. 117. 11 Lifschitz, Mij.: Pochemu Ya nie modernist?, Iskusstvo – XXI Vek, 2009, p. 290. 12 Lifschitz, Mij.: Pochemu Ya nie modernist?, Iskusstvo – XXI Vek, 2009, p. 190.
1 Comentario
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9/21/2022 11:39:07 pm
Buenos días señor / señora,
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