Si se echa una mirada a todo lo escrito, más precisamente, a todo lo creado por Mijaíl Alexandrovich Lifschitz a lo largo de toda su vida creadora, entonces viene a ser evidente que esto es el despliegue consecuente de los capítulos de una gran obra, una gran investigación a la que se le puede llamar con total precisión por el título de uno de sus libros: “El arte y el mundo contemporáneo”. Esta gran obra no se dispersa en fragmentos, aquí cada nuevo trabajo – incluso los lanzados décadas después de los precedentes – resulta ser tanto un desarrollo como un complemento y concretización de eso que se hizo en los capítulos previamente escritos
1 Comentario
No reflejamos el objeto (“razón instrumental”), sino que éste se refleja en nosotros. También lo reflejamos en el sentido de que el intellectus ipse posee la capacidad de forzar que las cosas se reflejen en nosotros, esto es, crear en sí el espejo, por medio del cual él mismo deviene en espejo. ¿Cómo es posible plantear la cosa en condición de espejo de otras cosas? He ahí el problema de la consciencia activa y adecuada. He ahí lo que significa considerar al objeto no solo en forma de objeto, sino también en forma de sujeto, de modo práctico.
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